Días antes te sentías grande
porque ya llegabas a esa edad
en la que te podías sacar el carnet.
Días antes sentías que tenías tu vida,
que eras el Amo y Señor de tu futuro.
Soñabas con todo y más con todo tu Derecho.
Pero tu madre recibió esa carta temida.
Amarillenta ya, destruida de tanto mirarla.
Y con tu campera de cada día saliste por la puerta.
Los sueños se cambiaron y la almohada
se convirtió en frío metal de arma.
Soñabas con todo y más con todas tus fuerzas.
Los sonidos del campo y el canto de las palomas
se convirtieron en dolor de oídos con aroma a balas.
Esa tierra que pisabas eran ya arenas movedizas heladas.
Volviste a ver a tu vieja y esa carta amarilla.
Podés observar las agujas de ese reloj injusto
que marca el tiempo que otros chicos ya no tienen.
Eres ya un hombre grande y dueño de tu futuro,
que puede soñar con todo y más, pero, sobretodo,
que se respete tu Derecho a vivir y a elegir.