Abrazos y saludos.
Llamadas y tarjetas.
Yo esperando.
Voces y voces.
Cantos y cantares.
Yo esperando.
Y sigo con mi esperanza en un bolsillo,
porque sé que no abrazas ni saludas,
porque sé que no llamas ni escribes.
Pero sigo esperando escuchar tu voz,
y que con tu canto me desees un buen año,
una buena vida.
Ya lo sé.
Aquí seguiré esperando
el resto de mis días.